
no se porqué no escribo un libro un año de estos, fijo que tenía al menos mil paginitas del ala, en fin, sigo con mi crónica la que iba a ser tan breve y lleva camino de ser una enciclopedia, y lo peor es que me como miles de cosas...
DIA2 (7/8) Roma
Pequeño madrugón, pese a nuestras ganas de venganza y justicia, nos levantamos en absoluto silencio, vamos a la ducha y nos piramos del albergue sin que nuestras amigas inglesas ni unas irlandesas que por lo visto también debieron de montar la suya, según Rebeca, porque yo no me enteré, tengo el sueño profundo si no me tiran encima taquillas, claro está, se despierten.
En fin, pillamos barritas, llenamos las botellas de agua y ¡a explorar!!!, vamos a Termini lo primero para mirar los horarios del día siguiente para Florencia, decidimos de ir en el primero a las 7:17 de la mañana, qué hora mas rara.
Como no tenemos plano que la guía que nos han dejado pesa una barbaridad y vamos a acabar con joroba, buscamos la oficina de turismo de la estación, pero está cerrada (¡en agosto!!!), nada, decidimos bajar la cuesta e ir lo primero directamente al Coliseo.
El Coliseo impresionante y la cola para entrar impresionante también, decidimos no morir de insolación e intentar entrar a última hora , salimos por el arco de Constantino y comenzamos a rodear los foros, pasamos junto a la explanada que fue el circo Máximo, aunque no haya nada que ver, al menos hay fuentes de agua fresquita y es de agradecer y mucho, seguimos mas adelante y el azar y el destino se alían y me llama la atención una basílica coquetona que está al final de la calle de enfrente, total, que nos acercamos a verla y tachaaaaaan, tras la basílica coquetona aparecen los templos de Vesta y de la Fortuna viril, eso si, llenitos de andamios, como siempre en Italia, he estado 3 veces y no me he librado nunca de ellos, a lo tonto rellenamos las botellas en una nueva fuente y nos damos cuenta de la cola que hay en la iglesia de enfrente, leemos el cartelito de la plaza y flipa, la iglesia de enfrente era Santa Maria in Cosmedin, dónde está la cara de la verdad, pasamos de la cola y la turistada de meter la mano, sacamos fotos entre las rejas y seguimos, menuda suerte.
Pateamos al lado del Tíber y vemos la famosa isla tiberina íbamos a cruzar pero vimos ruinas al otro lado y se nos fueron los pies, total acabamos, en algo que ahora mismo no recuerdo, pero es bonito y es gratis, me parece que eran los restos de un anfiteatro, curioso y salimos al monumento a Vittorio Emanuele II y los museos capitolinos, que ya habíamos hecho reportaje fotográfico el día anterior, tiramos para adelante, como los de Alicante, aunque la frase del interrail era “marcha hacia adelante”, que fue la frase gafe…
Vamos camino hacia el Panteón convencidas de que sabíamos dónde estaba, pero nos perdemos, damos 500 vueltas y al final encontramos un mapa de esos de usted está aquí y pasando por callejuelas, dónde vemos casas muy bonitas por cierto, pero prácticamente en ruinas (¡y una era un albergue!!!) llegamos al Panteón.
A mi el Panteón siempre me ha encantado, pero entre el tremendo calor que hacía y el haberlo visto antes hace que se me desvíe la atención hacia otros objetivos y hasta ahí puedo leer, solo digo que cuando recuerde la tumba de Rafael , en vez de acordarme de la Escuela de Atenas me acordaré de una camiseta roja…
Salimos del Panteón, yo con toda mi pena que me hubiese quedado un par de horas mas y vamos a la Plaza Navona a ver la fuente de los cuatro ríos y ¡horror!!, está en obras, no vemos nada, por el metacrilato nos asomamos un poquito, pero nada, pues ala frustración y rumbo al Vaticano.
Ya en el Vaticano vemos a muchos Neos, hacemos las fotillos de rigor buscamos el punto en el que sólo se ve una columna en vez de la fila de 3 y nos ponemos pacientemente a la cola, vemos los carteles de no se puede entrar con tirantes, pero todo el mundo va igual que nosotras y estamos a 40 grados, y llevamos unas camisetas todas modositas de algodón, pasamos el registro y cuando vamos a la basílica no nos dejan entrar, se nos ven los hombros, somos unas guarras inmorales que iremos al infierno de patitas, pero a los Neos con falda les dejan entrar, pues nada, media vuelta, una señora nos vende un pañuelo por 4€, pasamos de ella, mandamos al Vaticano a un sitio muy feo y nos acercamos a la puerta de los museos a comer una nutritiva barrita, beber agua y estar a la sombra que en Roma es muy cara.
Tras un rato de reflexión y flipar porque en los museos tampoco puedes entrar en tirantes (hombres y mujeres) decidimos mirar en los puestecillos unos pañuelos tapahombros pecaminosos y al final compramos dos por 2€ cada uno, bueno, al menos nos servirán de regalo, nos ponemos la capa de batman y para dentro de la basílica, que por cierto, a una chica de amplias proporciones no la dejaban pasar ni con una chaquetilla de las cortas porque marcaba escote, otra que irá al infierno…
Después de alucinar un poco con lo pobre que es la iglesia salimos a la vida real de nuevo y vamos hacia el Mausoleo de Adriano, que yo recordaba una parte gratis y ahora es todo pagado, si no nos gastamos el dinero en comer menos en otras cosas y nos vamos rumbo al Coliseo.
Tristes, tristes, ya no hay sol, pero ya no nos dejan entrar, falta media hora para cerrar y ya han echado la reja a la taquilla, nos tumbamos en los jardines y decidimos ir a ducharnos porque habíamos sudado lo que no está escrito e ir a cenar una pizza por la zona del Trastevere.
Tras la ducha y las explicaciones y el pedirnos perdón de la inglesa que hablaba bien, literalmente me dijo que su hermana había llegado demasiado borracha, decidimos que el Trastevere está muy lejos y estamos cansadas, nos quedamos por la zona y descubrimos unas callejuelas muy animadas, compramos dos hermosos trozos de pizza al peso que estaba de rechupete o estabamos muertas de hambre, una cervecita y nos sentamos en una plaza a pasar el rato, a las 11 y pico decidimos ser niñas buenas y retirarnos a descansar para madrugar la día siguiente, una pena, se estaba muy a gusto en la calle y había mucho ambiente, al menos debatimos sobre la cara de italiano típica, al final decidimos que era por la nariz, tonterías provocadas por exceso de sol en el cogote digo yo.
Vamos al albergue y observamos una curiosa costumbre inglesa interrailera por primera vez, meterse pronto en la cama con un libro y sin hablar, en fin nosotras hicimos la costumbre española, meternos en la cama y planchar oreja, esta vez sin incidentes…