se acerca el invierno...
si alguien conoce los libros de george r.r. martin habrá reconocido la frase, por cierto que ganitas de que saque ya el último libro de la saga, aunque parece ser que jon nieve no es tan bastardo...
en fin, en otra línea de cosas y conjeturas varias, sigo con la crónica de marras:
Día 6 (11/8) Spiez/Interlaken
Nos despierta el revisor y nos devuelve el interrail, el DNI y nos da un pack desayuno, bollería, zumo y nos pregunta por café. Pasando del café que un tren no es el sitio mas cómodo para tomarlo (aunque luego nos arrepentimos porque no volvimos a tomar un café en condiciones en lo que quedó de viaje)
Finalmente llegamos a Spiez y abajo. Afortunadamente, el destino estaba de nuestra parte y según bajamos llegó el tren hacia Interlaken, la distancia es muy poca, pero en lo que llegábamos amaneció, que por cierto, ¡qué bonitoooooooo!
Total llegamos a Interlaken y empezamos a seguir las señas que teníamos del albergue, que si cruzar una glorieta bla, bla, bla y seguir los carteles, en ello estábamos cuando en un cruce ni hay cartel ni nada, decidimos seguir recto, cuando pasa un señor en bici (¡ A las 5 y pico de la mañana!) y nos señala otro camino, el bueno, porque los suizos igual otra cosa no, pero a cívicos, serviciales y amables no hay quien les gane (y a guapos lo dudo).
Llegamos al albergue y cerrada la recepción, claro, las 6 de la mañana no es la mejor hora para llegar, nos sentamos en un banco a la puerta en plan vagabundo, a estas que sale un chico del staff y nos invita a un café para que no esperemos en a calle ¡pero qué maja es esta gente!!. Ya que estábamos pillamos un desayuno por 3 euros, un pan de esos que Heidi guardaba a la abuelita, que tela, las tragaderas que tenía que tener la señora a su edad, porque de verdad que costaba acabárselo, dos rebanadas de pan gigantes, queso, mermelada y mantequilla. No teníamos francos suizos, pero nos dejaron pagar en euros siempre que fuese en billete y las vueltas nos las diesen en francos suizos.
Finalmente hacemos la admisión al albergue y la chica suelta una parrafada tremenda, Rebeca la mira raro y yo digo si con la cabeza, muchos ajas y un par de yes y ok. Por supuesto, yo no me había enterado de nada y Rebeca pensaba que me había enterado yo porque ella no lo había entendido. Menos mal que una chica nos llevó casi de la manita a la habitación porque nos vio perdidas por el albergue, pero qué majos. Hicimos una entrada espectacular en la habitación, abrimos la puerta de par en par y nos encontramos con un montón de coreanas vistiéndose, decimos hola y nos damos media vuelta y nos vamos porque las camas aun están ocupadas. Las pobres chicas se quedarían flipadas.
Dejamos las mochilas literalmente en medio de la calle, que los suizos aparte de todo son excesivamente confiados (¿Quién va a llevarse una mochila que no es suya?) y nos vamos a dar una vuelta.
A saber cómo, acabamos campo a través por un paisaje precioso, se veían los Alpes aun con nieve, todo verde, hacía sol, calorcillo… vamos un asco de sitio de lo bonito que era. Decidimos volver y nos encontramos con un paisano paseando al perro que nos ve con cara de perdidas y en una mezcla de inglés/alemán /italiano nos dice una ruta muy bonita que pasa al lado del río, va hacia el lago y vuelve a Interlaken, le damos las gracias, que majete. La ruta preciosa y vamos a parar a un pueblo que yo le llamé el pueblo de relojes de cuco, ¡qué estrés!, vacas en los prados, todo casitas de madera con supercochazo a la puerta, con florecitas, enanos en el jardín … ¡si solo les faltaba sacar un gallo por la ventana en las horas punta!, a mi me da una subida de almíbar de lo empalagoso, que asco de sitio, ¡todo es bonito! El lago en cuestión es como 50 piscinas olímpicas juntas mas o menos, con sus patos, sus barquitos y todo eso, volvemos hacia Interlaken.
Como seguimos sin poder entrar en el albergue pillamos el chubasquero porque empezaban a aparecen unos nubarrones algo feos, vamos a cambiar nuestro dinero en dinero local, tras muchas vueltas no encontramos nada, acabamos sacando dinero en un cajero y vamos hacia el otro lago para hacer tiempo y eso.
Vamos bosque a través, nos encontramos con mas casas/reloj de cuco todas con su banderita suiza, acabé convencida de que los suizos tienen la banderita tatuada en el culo, madre mía, qué de ellas. Llegamos al lago, si el otro eran 50 piscinas este deben de ser 100, pero se nubla todo el cielo y aparece un viento muy poco simpático, parece ser que Suiza va a enseñarnos por qué es tan verde, bonita y llena de lagos. Regresamos hacia Interlaken, viendo antes un castillo en ruinas que nos encontramos en medio de la nada y que nos da un poco de mal rollo, muy bonito y eso, pero está muy oscuro y decidimos no meternos dentro, la técnica del cobarde vivo.
Según llegamos a Interlaken, empieza a llover, decidimos ir a Spiez, total, hemos usado el interrail ese día, allí jarrea, bajamos al lago, gran invento el del chubasquero, pero mis pies calados no opinan lo mismo.
Si hay un animal con el que nunca he podido, son los cisnes, son bicharracos asquerosos, con todas las letras. Pues bien, nos asomamos al lago y ¿quiénes vienen a saludarnos? los asquerosos cisnes…Por lo demás Spiez es precioso, está en un valle, al lado del lago, con unas torres preciosas y un par de casas estilo palacete de lo mas bonito, lástima que el día no acompañe, volvemos a Interlaken.
Conseguimos entrar en la habitación, siguen las coreanas, qué diversión, en fin nos duchamos dejamos la ropa secando y nos vamos a cenar algo, acabamos en un Mcdonals comiendo una hamburguesita enana porque era la mas barata, que por cierto, tampoco estaba demasiado de buena y volvemos al albergue. En el albergue tienen montado un fiestorro tremendo, pero todos son ingleses, para no ser unas autistas en un huequito de una mesa y sin hablar con nadie decidimos ir a dormir, a llorar por lo torpes que somos con los idiomas y a cruzar los dedos para que al día siguiente no llueva y podamos subir al Jungfraujoch…
Nos despierta el revisor y nos devuelve el interrail, el DNI y nos da un pack desayuno, bollería, zumo y nos pregunta por café. Pasando del café que un tren no es el sitio mas cómodo para tomarlo (aunque luego nos arrepentimos porque no volvimos a tomar un café en condiciones en lo que quedó de viaje)
Finalmente llegamos a Spiez y abajo. Afortunadamente, el destino estaba de nuestra parte y según bajamos llegó el tren hacia Interlaken, la distancia es muy poca, pero en lo que llegábamos amaneció, que por cierto, ¡qué bonitoooooooo!
Total llegamos a Interlaken y empezamos a seguir las señas que teníamos del albergue, que si cruzar una glorieta bla, bla, bla y seguir los carteles, en ello estábamos cuando en un cruce ni hay cartel ni nada, decidimos seguir recto, cuando pasa un señor en bici (¡ A las 5 y pico de la mañana!) y nos señala otro camino, el bueno, porque los suizos igual otra cosa no, pero a cívicos, serviciales y amables no hay quien les gane (y a guapos lo dudo).
Llegamos al albergue y cerrada la recepción, claro, las 6 de la mañana no es la mejor hora para llegar, nos sentamos en un banco a la puerta en plan vagabundo, a estas que sale un chico del staff y nos invita a un café para que no esperemos en a calle ¡pero qué maja es esta gente!!. Ya que estábamos pillamos un desayuno por 3 euros, un pan de esos que Heidi guardaba a la abuelita, que tela, las tragaderas que tenía que tener la señora a su edad, porque de verdad que costaba acabárselo, dos rebanadas de pan gigantes, queso, mermelada y mantequilla. No teníamos francos suizos, pero nos dejaron pagar en euros siempre que fuese en billete y las vueltas nos las diesen en francos suizos.
Finalmente hacemos la admisión al albergue y la chica suelta una parrafada tremenda, Rebeca la mira raro y yo digo si con la cabeza, muchos ajas y un par de yes y ok. Por supuesto, yo no me había enterado de nada y Rebeca pensaba que me había enterado yo porque ella no lo había entendido. Menos mal que una chica nos llevó casi de la manita a la habitación porque nos vio perdidas por el albergue, pero qué majos. Hicimos una entrada espectacular en la habitación, abrimos la puerta de par en par y nos encontramos con un montón de coreanas vistiéndose, decimos hola y nos damos media vuelta y nos vamos porque las camas aun están ocupadas. Las pobres chicas se quedarían flipadas.
Dejamos las mochilas literalmente en medio de la calle, que los suizos aparte de todo son excesivamente confiados (¿Quién va a llevarse una mochila que no es suya?) y nos vamos a dar una vuelta.
A saber cómo, acabamos campo a través por un paisaje precioso, se veían los Alpes aun con nieve, todo verde, hacía sol, calorcillo… vamos un asco de sitio de lo bonito que era. Decidimos volver y nos encontramos con un paisano paseando al perro que nos ve con cara de perdidas y en una mezcla de inglés/alemán /italiano nos dice una ruta muy bonita que pasa al lado del río, va hacia el lago y vuelve a Interlaken, le damos las gracias, que majete. La ruta preciosa y vamos a parar a un pueblo que yo le llamé el pueblo de relojes de cuco, ¡qué estrés!, vacas en los prados, todo casitas de madera con supercochazo a la puerta, con florecitas, enanos en el jardín … ¡si solo les faltaba sacar un gallo por la ventana en las horas punta!, a mi me da una subida de almíbar de lo empalagoso, que asco de sitio, ¡todo es bonito! El lago en cuestión es como 50 piscinas olímpicas juntas mas o menos, con sus patos, sus barquitos y todo eso, volvemos hacia Interlaken.
Como seguimos sin poder entrar en el albergue pillamos el chubasquero porque empezaban a aparecen unos nubarrones algo feos, vamos a cambiar nuestro dinero en dinero local, tras muchas vueltas no encontramos nada, acabamos sacando dinero en un cajero y vamos hacia el otro lago para hacer tiempo y eso.
Vamos bosque a través, nos encontramos con mas casas/reloj de cuco todas con su banderita suiza, acabé convencida de que los suizos tienen la banderita tatuada en el culo, madre mía, qué de ellas. Llegamos al lago, si el otro eran 50 piscinas este deben de ser 100, pero se nubla todo el cielo y aparece un viento muy poco simpático, parece ser que Suiza va a enseñarnos por qué es tan verde, bonita y llena de lagos. Regresamos hacia Interlaken, viendo antes un castillo en ruinas que nos encontramos en medio de la nada y que nos da un poco de mal rollo, muy bonito y eso, pero está muy oscuro y decidimos no meternos dentro, la técnica del cobarde vivo.
Según llegamos a Interlaken, empieza a llover, decidimos ir a Spiez, total, hemos usado el interrail ese día, allí jarrea, bajamos al lago, gran invento el del chubasquero, pero mis pies calados no opinan lo mismo.
Si hay un animal con el que nunca he podido, son los cisnes, son bicharracos asquerosos, con todas las letras. Pues bien, nos asomamos al lago y ¿quiénes vienen a saludarnos? los asquerosos cisnes…Por lo demás Spiez es precioso, está en un valle, al lado del lago, con unas torres preciosas y un par de casas estilo palacete de lo mas bonito, lástima que el día no acompañe, volvemos a Interlaken.
Conseguimos entrar en la habitación, siguen las coreanas, qué diversión, en fin nos duchamos dejamos la ropa secando y nos vamos a cenar algo, acabamos en un Mcdonals comiendo una hamburguesita enana porque era la mas barata, que por cierto, tampoco estaba demasiado de buena y volvemos al albergue. En el albergue tienen montado un fiestorro tremendo, pero todos son ingleses, para no ser unas autistas en un huequito de una mesa y sin hablar con nadie decidimos ir a dormir, a llorar por lo torpes que somos con los idiomas y a cruzar los dedos para que al día siguiente no llueva y podamos subir al Jungfraujoch…
p.d- la foto es del pueblo de relojes de cuco, que no he encontrado su nombre en los mapas, porque es un pueblo muy pequeñito, si lo encontrase algún día ya lo editaré
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