martes, 16 de septiembre de 2008

crónicas del interrail 2008 (VI)

hoy me voy a poner mas pesadita si cabe para acabar antes la historia del interrail.


por cierto, igual consigo curro que me han llamado de fotoprix para una entrevista y ha ido bien, a ver si hay suerte y si no pues nada, a buscar otra cosa, que algo tiene que salir.


Día 7 (12/8) Interlaken/Berna/ Lausanne

Nuestras entretenidas compañeras coreanas tuvieron el bonito detalle de despertarnos a las 7 cuando ellas se levantaban a echarse en la cara todos sus potingues que no son pocos por cierto, que barbaridad…

Cuando al fin se marchan nos levantamos a mirar por la ventana por si podemos subir al Jungfraujoch, pero nuestro gozo en un pozo, está muy nublado y con niebla relativamente baja, cambio de planes, opción B, recorrer media Suiza para ir al sureste, Ginebra está excesivamente lejos y tampoco queremos encontrarnos de morros al acelerador de partículas, que se ve que solo yo lo veo como un peligro muy gordo (pero yo soy de letras, eso es brujería).

Descubrimos que tenemos compañeras que llegaron por la noche con unos maletones que ocupan media habitación (ni taquillas ni cerrojos en la puerta), bajamos a desayunar de nuevo pan, café aguado, con las tarrinas esas que hacen de leche, queso y mermelada, el primer día estuvo bien, pero ya nos cansamos de pan…

Legamos a la estación y como queda un ratito me meto en la tienda de la estación a comprar unos sellos para mandar unas postales (a mi gato que no es que esté loca, es una broma que siempre hago cuando me voy de viaje, a la esquirol que se rajó en el último momento para darle envidia, a una amiga que es su cumpleaños y a mis excompañeras de curro), total que tengo yo todo preparadito para hablar en mi estupendísimo inglés a la dependienta, pero la moza me contesta en alemán. Probablemente si no hubiese sabido nada de alemán no hubiera tenido ningún problema, pero ay madre, me bloqueo, se me va a la porra mi discursito en inglés, ya no se en qué contestar y ante las dudas empiezo a hacer gestos de molino desacompasado, parecía que estaba haciendo el baile del pañuelo, la chica me mira toda flipada y me dice: Spain?.
Ya me entra la risa y la digo que si con la cabeza, se ve que los españolitos debemos de montar siempre el número, pero que buen inglés tenemos en su mayoría, ainssss. Por supuesto que tampoco me sale cuatro y se lo digo con los deditos, ya me entra la risa y la chica que se estaba conteniendo por educación ya tampoco se reprime y empieza a reírse, por lo menos la entretuve un poco que tenía pinta de seria y aburrida…

El tren es un IC y es una pasada de tren de dos pisos, tenemos que hacer transbordo en Berna, aparece el revisor, que en estos trenes si hay y empieza el suplicio del pobre billete de interrail, le pican, y la tinta Suiza no se que lleva pero se pueden hacer tatuajes con ella…

Llegamos a Berna sin problemas y hacemos cambio de tren, hay mucha gente y todos muy altos y con prisa, tenemos que andar esquivando a gente para que no nos arrollen.

Camino a Lausanne empieza a llover a lo salvaje, pero el paisaje desde el tren es espectacular, si es que hasta la lluvia le queda bien a Suiza, todo es precioso, aparece el revisor y al ver los billetes de España, nos dice buenos días y buen viaje, qué maja es la gente, así da gusto…

Llegamos a Lausanne y sigue jarreando, nos ponemos el chubasquero y decidimos bajar al lago, hace frío, llueve a cántaros y de cadera para abajo estamos caladas, de remate, hay niebla en el lago y no se puede ver nada, buscamos algo para tomar un café y entrar en calor y no encontramos mas que restaurantes, nos empezamos a agobiar, vemos un supermercado y nos metemos a comprar comida, bocadillo frío y un pastelito recién hecho caliente de postre.

Nos ponemos en la puerta a comer cerca de un vagabundo y enseguida tenemos nuestra propia tribu de gorriones que aceptan hasta comer de la zapatilla, hasta los gorriones suizos son confiados, el vagabundo nos mira, se levanta y en vez de pedirnos dinero que es lo que todo el mundo pensaría, cuenta las moneditas del bolsillo y entra a comprarse un pastelito, le hemos dado envidia, qué país mas extraño…

De regreso al tren encontramos al fin una cafetería, nos clavan dos euros por cada café, pero al menos estamos sentadas al calorcillo y nos secamos, no han estado mal invertidos.

Intentamos ver Berna, pero allí también jarrea, además es hora punta y los trenes van a rebosar, esquivamos para salvar la vida que los suizos son muy altos y nos dicen algo de teléfono pero no entendemos, ya lo entenderíamos mas adelante…

Nos toca ir de pie hacia Interlaken, y poco antes de llegar deja de llover, a buenas horas, vamos al albergue a cambiarnos, ducharnos, dejar la ropa a secar y a despotricar de las coreanas tan simpáticas que nos han despertado, una de las chicas de los maletones está allí y después de mucho rato nos pregunta que de dónde somos en perfecto castellano., muy bonito, nos entiende, pero prefiere escuchar la conversación primero, son americanas, pero ha vivido en Madrid y su madre es venezolana, quedamos en bajar luego con ellas por la noche a tomar algo en el bar del albergue, ellas dice que se van acostar pronto porque van a Paris (americanos…) y nos vamos en busca de comida.

No encontramos nada comestible económico y no queremos mas hamburguesas, vemos el casino de Interlaken (desde fuera, claro) y la zona de los jeques y su séquito de mujeres vestidas de riguroso negro y tapadas todo menos los ojos, empieza a llover de nuevo y volvemos al refugio a cenar unas barritas energéticas salvavidas.

Las americanas no llegan y nosotras preparamos las mochilas para salir pronto y nos acostamos.


Día 8 (13/8) Interlaken/Berna/ Basilea

Nos levantan las [censurado] coranas con sus potingues otra vez, empiezo a odiarles.
Aunque parezca increíble el cielo está azul, que rabia, al menos en las cumbres hay niebla, tampoco hubiéramos podido subir.
Pillamos las mochilas, las americanas están fritas, han perdido el tren, bueno, ellas sabrán y bajamos a desayunar, Rebeca cambia el desayuno del pan por el de los pajaritos, muesli y un plátano, yo pillo el del pan y me guardo en el bolso, estamos en modo vagabundo…

Cuando estábamos en la estación, vemos pasar a las americanas, a buenas horas. Camino a Berna viene el revisor mira el billete y ya está, en la siguiente parada, viene una chica mira el billete y lo pica, mas tinta indeleble, estupendo, ya entiendo lo del queso gruyere.

En Berna, damos un par de vueltas por la estación hasta que nos orientamos, dejamos las mochilas y vamos a turismo en la misma estación, nos dan un planito y nos explica un poco por dónde ir.

El día es precioso y la ciudad mas, de las ciudades que he visto en mi vida, creo que es la que me ha parecido mas bonita, igual fue el sol o los suizos trajeados, no sabría decir, pero entiendo porqué es patrimonio de la humanidad. Es increíble. Lo que no me hizo mucha gracia fue el foso del oso, pobre animal.
Vimos la casa de Einstein, había que pagar 10CHF y no entramos, si supiésemos que nos íbamos a volver igual de inteligentes si los hubiésemos pagado, pero solo íbamos a ser mas pobres.
La catedral estaba con andamios, pero el parquecillo de detrás tenía unas vistas exageradas de bonitas, hay restaurante, pero nuestra economía no nos lo permite. Nos tomamos un café, eso si.
A pesar de lo bonita que es, nos vemos la ciudad en 2 o 3 horas y porque nos parece tan espectacular que cada dos pasos estamos parando, además no se oyen coches, los que hay, si vas andando por la carretera en el casco histórico porque las aceras son estrechitas, van a tu ritmo sin pitarte ni nada hasta que te das cuenta y te retiras, el transporte urbano son trolebuses eléctricos y no hay humo de tubo de escape, todo está lleno de banderas suizas, pero es que queda bonito, es mas, ya no se si fue delirio mío, pero juraría que me olía a suavizante por las calles y hasta oíamos a alguien tocar el piano desde una casa, si de verdad existe el paraíso se llamaría Berna…

Aunque es pronto vamos rumbo a Basilea, al menos podremos dejar las mochilas. Y ahí descubrimos que Rebeca se ha dejado los papeles de los albergues en Florencia, bueno, tampoco pasa nada, es cuestión de entrar en Internet y sacar de nuevo una copia de las reservas, pero de momento estamos algo pilladas, por lo menos sabemos el nombre del albergue, siempre se puede preguntar.

Como siempre acabamos teniendo una suerte tremenda, en uno de los panfletillos de la oficina de turismo de la estación viene la dirección del albergue y vemos en el mapa de la ciudad que nos dan que está muy cerca. Empezamos a andar y ¡oh sorpresa! Dónde debería de haber un albergue hay una especie de nave industrial con pinta de ocupa, con un par de bares, una llamémosla galería de arte alternativo y una cosa rara que hacen actividades para los niños, al fondo vemos el cartelito del albergue, es raro pero la verdad es que el ambientillo es muy chulo.

El chico que lleva el albergue, es muy curioso, muy pintoresco (si llega a ser Ámsterdam no hubiese dudado…), muy simpático y su inglés es tan malo que le entendemos perfectamente, nos da unas sábanas muy feas y nos manda para la habitación, por cierto la consigna era la barra del bar/recepción, porque a su espalda tenía apiladas un montón de mochilas de mala manera…

Dejamos las cosas, hacemos la cama de sábanas feas y nos vamos a ver la ciudad, después de Berna, nada puede ser bonito, pero Basilea no está nada mal, aunque es distinto a lo que llevamos visto de Suiza, a mi me recuerda a Alemania, debe de ser porque está muy cerca de la frontera y es una ciudad industrial, ahí me llevo el susto, se me están acabando las pilas de la cámara y ya cuestan una pasta en España,¡me voy a dejar el sueldo en dos pilas en Suiza!!
La catedral es muy curiosa, es de color rojo, y tiene unas vistas preciosas, hay un barrio de cuento, me da la sensación de que de un momento a otro van a pasar Hansel y Gretel y van a pegar un mordisco a una de las casas. El ayuntamiento es una pasada, también en rojo con pinturas y esculturas medievales en el interior, unas gárgolas peculiares con forma de cerdo y te puedes meter hasta la cocina como quién dice, qué confiados son estos suizos.
Cruzamos el río y damos un paseo por la orilla, la gente se baña y se pasea por media ciudad en bañador, cosa que nos choca mucho, vemos también a muchos descalzos, otros tomando el sol y varios comiendo, que son los que mas envidia nos dan, porque están delante de nuestras narices zampándose un pollo asado.

Descubrimos lo del teléfono, un chico pidió un teléfono a un grupillo de chicas que estaba cerca nuestro, una se lo dejó hizo una llamada y aunque no entendí ni torta (es alemán suizo es extraño pare alguien que solo tiene primero de la escuela de idiomas), deduje que le dijo algo así como llámame a este número, colgó le llamaron y estuvo hablando un ratillo, le devolvió el teléfono a la chica y se fue tan felizmente y tan descalzo. Eso era los que nos pedían en Berna, debe de ser algo normal en Suiza, yo miraba como una paleta toda la historia…

Nos perdemos de nuevo (la marcha hacia adelante no funciona mucho) y eso que llevamos plano, un señor trajeado con el maletín del portátil nos rescata y nos manda para la zona turística, por cierto que nos habla en alemán, pero es tan expresivo y habla tan despacio que le entendemos perfectamente, qué maja es la gente.
De camino encontramos una iglesia preciosa, en un barrio residencial igual de bonito, a la que sacamos un montón de fotos.

Empieza a anochecer y a refrescar, vamos hacia el albergue, de camino nos encontramos con la embajada y pensamos en entrar a pedir comida en condiciones, al final en la estación entramos en un supermercado a comprar los bocadillos mágicos, yo por cambiar pillo una ensalada y decidimos coger una cosa de pasta también que era lo mas barato, y por error una botella de agua con gas que ponía natural (¡ja!), entre el agua con gas, los ventanones gigantes y ni una persiana…

Me zampo lo mío, Rebeca dice que la pasta sabe a rayos y me la regala porque yo me he comido la mía a la velocidad del rayo, total pruebo la suya y sabe a gasolina, el caso es que no está caducado, el estómago de Rebeca empieza a hacer ruidillos y decidimos que está envenenada.

Regresamos al albergue a ducharnos y nos encontramos con compis, estas parecen inglesas, antipáticas y de las que se meten a la cama a las 7 con un libro, en fin…
Al salir de la ducha me fijo en un cartelito y reafirmo que el chico del albergue es todo un personaje, son fotos suyas limpiando las duchas y los baños para que veas que todo está limpio…

Nos metemos en Internet para buscar las direcciones de los albergues y dar señas de vida vía mail, contando la experiencia de la pasta envenenada y de lo bonito que es Suiza y lo maja que es la gente.

Nos retiramos a dormir, no vaya a ser que molestemos la lectura de nuestras compañeras, seguimos sin suecos…




p.d- la primera foto es de berna y la segunda del ayuntamiento de basilea por dentro

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