lunes, 27 de octubre de 2008

crónicas del interrail 2008 (IX)


Sigo, sigo que ya voy acabando...


Día 11 (16/8) Munich

La peor noche de dormir de todas, despertamos a las pobres chinas, que deshicieron el chiringuito que habían montado en un segundo, madre mía que mujeres mas hiperactivas. Bajamos en Salzburgo, hacía frío, estábamos cansadas y era de noche profunda, así que Salzburgo queda como asignatura pendiente.
Pillamos el tren hacia Munich y yo me quedé dormida profunda abrazada a mi mochila, no abrí un ojo hasta llegar, al menos pude dormir un poco.

Por la buena noche que habíamos pasado y como nos habíamos calado el día anterior lo primero que queríamos era cambiarnos y ducharnos en el albergue, por un golpe de suerte no nos perdimos, y encontramos rapidito el albergue, pero como no todo podía ir bien, no nos dejan subir a las habitaciones hasta las 5 de la tarde, eso si, nos guardan las mochilas y el chico nos recomienda que vayamos a hacer turismo…

Nos vamos al centro de la ciudad, miramos la propaganda y decidimos apuntarnos aun free-tour, para hacer tiempo nos dedicamos a desayunar un café aguado con un bretzel y andar como zombis calle arriba, calle abajo, yo llego a plantearme el comprarme ropa nueva que no nos habíamos cambiado, al menos el tiempo fue clemente y hacía fresquito y no llovía, menos mal, así cantábamos menos.

Nos reunimos con los demás españolitos del free-tour, pero éramos muchos y nos dividen en dos grupos, en esto lo tenemos claro, en el que no haya niños…

La ciudad es muy chula, el tener una persona que te explica las cosas ayuda mucho, además coincidimos con una guía muy maja de Tenerife, vemos el número del reloj del ayuntamiento: unas figuras de bronce pintado a tamaño natural que representan una boda con unas justas, el baile de los cerveceros y acaba con un gallo afónico, una turistada, pero curioso y salimos rumbo a la catedral, las torres, el museo, el mercado, las cervecerías, la ópera, los leones, el novio impresionante de la chica de Tenerife….

Acabamos al mediodía y le dimos lo que pudimos teniendo en cuenta que aparte del albergue no gastábamos casi nada porque de dinerillo íbamos algo justas y fuimos a la zona de las universidades a buscar algo que comer a buen precio y que llenase o lo que es lo mismo a por unas salchichas.
Acabamos recorriendo una avenida gigante, pasándonos lo de las universidades y lo peor de todo se nos hizo tarde para comer, que en esos países se come a la hora del vermouth, yo ya tengo un hambre que no puedo ni andar y las barritas están en el albergue, como son las cinco y pico, volvemos al albergue, para variar no entendemos nada en recepción, además estamos muy cansadas, con hambre y sueño, no es nuestro momento mas lúcido del viaje precisamente…

Conseguimos llegar a la habitación, nos duchamos, cambiamos de ropa y pillamos unas barritas, ya de mejor humor y cuerpo nos vamos al centro a ver la ciudad un poco por nuestra cuenta y buscar algo para comer, que por cierto, vemos a mister Munich que lleva un bici taxi de esos y si no era mister Munich él se lo creía porque estaba de pose en la bici.

No encontramos nada económico y que nos llame la atención para cenar y se hace de noche, nos vamos por la zona del albergue que algo habrá...
Con la suerte ya de culo, encontramos un sitio pero hay cola y seguimos andando calle alante como un par de kilómetros para parar en la siguiente estación de metro y acabar comiendo un kebap para comer algo caliente, nos vamos para el albergue, esta vez sentaditas en el metro, a mi me apetece mucho tomarme una cervecita en el bar del albergue pero Rebeca está en modo Pepito Grillo y opina que no estamos para desfases y que al día siguiente tenemos que madrugar para ir a Fussen, así que nada, a la habitación.

En la habitación nos encontramos con dos japos, con pinta de japos y haciendo el japo, o sea, nada y yo gruño mucho porque quería bajar al bar y no estar con dos estatuas orientales de esas, pero reconozco que según toqué la almohada me quedé frita y no abrí un ojo hasta que ya era de día otra vez, seguimos sin persianas, hay que jorobarse…
p.d- la foto es del grupo de castellano del free tour, por ahí hay dos pequeños hobbits con pinta de no haber dormido, no haberse duchado, tener hambre y haberse calado el día antes

domingo, 19 de octubre de 2008

crónicas del interrail 2008 (VIII)




no he escrito por vaga, estoy haciéndome con el curro, después de un año tocandome las narices, con los horarios y tal y no estoy mucho por aquí, lo intentaré arreglar mas adelante, cuando recupere de paso mi vida social, que ahora solo vivo para trabajar y eso no es sano tampoco, pero en fin, voy a seguir con el dichoso interrail que ya queda poquito...




Día 10 (15/8) Zurich/Cascadas del Rhin

Para variar nos levantamos y el día estaba feo y gris, no llovía pero pintaba mal, recogimos nuestras cosas dando la tabarra a la pobre francesa (la australiana se había ido a las 4 de la mañana o así) y nos fuimos rumbo a Zurich a pasar nuestro último día en tierras suizas.

Al bajar del tren en Zurich nos acongojamos bastante, la estación era enorme, estaba atestada de gente y hacía frío y llovía, estupendo, justo el día que no tenemos albergue, decido usar la técnica inglesa a medias, me pongo los piratas para no mojar el bajo de los pantalones pero desisto de las sandalias que se me congelan los pies, buscamos las taquillas y finalmente las encontramos y menuda guerra con las taquillas porque hay muchas si, pero enanas y tienes que tener moneda pequeña, porque las grandes no sirven, al final logramos reunir los centimillos y dejar dentro las mochilas.

La oficina de turismo estaba atestada, pero encontramos una guía de Zurich en perfecto castellano, pillamos un café aguado con nuestras últimas monedillas y nos fuimos a las puertas a ver llover como los vagabundos. Mirando la guía buscamos dónde estaban las famosas cataratas del Rhin, según la guía estaban en Schaffhausen, llegamos al pueblo en cuestión pero vemos las cataratas en otro y la lluvia se transforma en una tremenda tromba de agua, chubasquero y a investigar, Rebeca decide meter el bolso dentro del chubasquero porque no va a encontrarse a nadie conocido y parece un nomo, yo toda chula digo que mi bolso no se moja.
El pueblo es muy cuco, pero jarrea y no hay cascadas, entramos en la oficina de turismo, pero como no sabemos que preguntar salimos por la puerta de atrás después de calarles el chiringuito.

Deducimos que debe de ser la ruta larga el parar en ese pueblo y vamos al pueblo de al lado dónde habíamos visto las cataratas desde el tren Stein am Rein, en el tren descubro que mi interrail gotea, junto con el móvil y todo lo demás que llevo en el bolso, salvo el interrail y el móvil y el resto pues qué se le va a hacer, tampoco se estropea…

Vemos unos cartelitos nada mas bajar del tren que señalan las cataratas, guay, empezamos a andar y se acaba el pueblo y empieza el bosque, jarreando, con frío y ni un alma, rodeando el río, yo me veo ya devorada por un jabalí, creo que fue con diferencia lo mas duro del interrail, porque tenía hambre, frío, estaba calada y cansada y las puñ%t&ras cataratas no aparecían, encima empezamos a subir cuestas, había bancos a los lados del camino, pero no era día para parar y la lluvia estaba muy lejos de parar.

Al menos ante tan desolador paisaje nos lo tomamos con humor y empezamos a decir que éramos hobbits y que íbamos a tirar el anillo a las cataratas del Rhin y que íbamos “marcha hacia adelante” la terrible frase gafe…

Empezamos a encontrarnos a gente en bici, algo es algo, y después de 2,5 kilómetros bosque a través encontramos…¿las cataratas?, NO, el pueblo de las cataratas, donde paraba un precioso tren, en fin, nos reímos o lloramos, pues nos reímos que mas agua no.

La entrada a las cataratas es 1CHF por cabeza, es una birria de precio después de la tremenda caminata, entramos, ¡qué pasada de sitio!, recomendado al 100% te metes literalmente en la cascada, es precioso, y eso que el día no acompañaba precisamente, tras mojarnos un poco mas de lo que íbamos y hacer un reportaje fotográfico a las cataratas que ya quisieran muchos famosos en el hola vemos escondido un cartelito que señala Zug (tren en alemán) seguimos el caminito escondido y qué nos encontramos, que podíamos haber bajado en ese tren, ahorrarnos los 2 CHF y encima haber ido sequitas, a reírse toca que otra no nos queda, encima nuestros vecinos de tren están tomando chocolate calentito y queso…

Viene el revisor, pero mi billete de interrail da tanto asco/pena como yo y ni lo toca.
Volvemos a Zurich y nos quedan dos opciones comemos o tomamos café, no nos llega el dinero para comida, así que pillamos otro café aguado y nos comemos las barritas, tenemos frío, los pies calados y hambre, una gran combinación, los vagabundos tienen mejor pinta que nosotras. Sobre que no nos cabía mas agua de cintura para abajo (quechua patrocinó que estuviésemos medio secas, gracias a sus chubasqueros ¡viva!)
Decidimos ver Zurich, agua como no he visto caer en mi vida, el agua bajaba por las calles como ríos, nos metemos en las iglesias para huir del agua, por cierto curiosas las iglesias protestantes…
La ciudad es muy bonita, nos perdemos varias veces como siempre, pero yo tenía la idea de una ciudad mas gris y a pesar del día me gusta mucho, seguimos la guía que hemos conseguido y no vamos a lo loco para no perder el tren, el caso es que a las 7 y hemos visto la ruta de monumentos y no sabemos que hacer , pillamos las mochilas para cambiarnos y hacer tiempo sequitas en la estación, hasta el día siguiente no tenemos albergue porque vamos en el nocturno hacia Alemania.

El baño cuesta dinero y solo puede entrar una, no queremos cambiar dinero porque ya nos vamos y no queremos comernos las moneditas con patatas, nos subimos en el primer tren que pillamos (hacia Wintertur) para usar los baños del tren, nos cambiamos, yo directamente tiro los calcetines a la papelera del tren y meto los deportivos calados en una bolsa, grave error como vi mas tarde, al menos dejé los pantalones colgando de la mochila…

Volvemos a Zurich, pero ya no podemos mas del hambre y entramos en un supermercado de la estación a por dos bocadillos y pagar con tarjeta, peor al sacar la tarjeta encuentro un billete pegado de 10CHF juro en hebreo, pagamos los bocadillos y nos da para pillar dos zumos en una máquina (por eso del escorbuto y tal) y cenar al calorcito en la estación, por cierto muy curioso, había mucha gente de fiesta en la estación, incluso había un partido de algo Suiza-Brasil con gradas y entradas y todo. ¡Qué curioso es todo en Suiza!, nuestro tren hacia Salzburgo (luego teníamos enlace hacia Munich) está en dos vías a la vez así que nos toca preguntar localizamos el tren, localizamos nuestra cabina y nos encontramos a dos chinas hiperactivas que transforman los asientos en camas a la velocidad de la luz y que intentan hablar en un inglés mucho peor aun que el mío con nosotras, apenas pude dormir, era todo muy incómodo, no encontraba postura en el asiento, me chocaba con Rebeca si intentaba estirarme, me daba cabezazos con la ventana, en un momento que abrí los ojos vi no sin pena que ya no estábamos en Suiza, no se dónde sería pero vi, avenidas enormes, carteles blancos con letras negras, bloques cuadrados, ya no había casitas con ventanas de madera, banderas suizas, flores...

Estamos ya en Alemania